7. La experiencia Madzde

Los avances tecnológicos de los últimos años aplicados a la música conceden a muchos grupos la posibilidad de grabarse una demo de forma casera en el local de ensayo y con pocos recursos. Hace 15 años las tarjetas de sonido y el software de edición de audio no estaban tan extendidos y muchos recurrían a grabaciones con multipistas, minidisks, o incluso varios micros pasados por una mesa y con una salida enchufada directamente a un ordenador. Por otra parte, los precios de la mayoría de estudios de grabación en general no eran -ni son- accesibles para todas las bandas, y menos si hablamos de veinteañeros dependientes de sus padres.

Por suerte algunos encontraron la posibilidad de grabar algo, no voy a decir ni decente, pero grabar algo, en un estudio que un peculiar alemán llamado Madzde montó en una casa en Son Serra de Marina. La grabación se completaba con una experiencia a tiempo completo, en la que invitaba a la banda a vivir durante los días de grabación allí, pantuflas incluídas: “Madzde era un personaje, si pudiera volver a hacerlo lo haría allí, aunque suene como el culo [sic], pero lo haría allí. Él quería que nos sintiéramos como en casa y nos llevábamos hasta las zapatillas y el pijama”.  Grabar en Sonic Temple, como se bautizó el estudio, tenía sus pros y sus contras: “Nunca he oído una batería sonar peor, te duele la cabeza, pero luego pones el disco y mola”. Ahí grabaron One Foot su debut Never Ending y Blank, una demo que pasó desapercibida pero que refleja el talento que desprendía un grupo de chavales de 19 años tocando a más de 200 bpm.

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Juanje Hernández (Thrash Out)

Como bien señalaba Melis, si escuchamos la mayoría de trabajos que salieron de la factoría Sonic Temple, la calidad de las grabaciones dejaba mucho que desear. Juanje Hernández también vivió la experiencia Madzde con Thrash Out: “Él no se iba ni para comer, solo tomaba Coca Cola y porros, era espectacular. La mujer de vez en cuando bajaba al estudio y en el disco había que poner como que trabajaba en producción, le gustaba ponerla“. Todas los músicos que he entrevistado recuerdan con cariño las sesiones con Madzde, su particular dieta mediterránea, la calidad de las grabaciones y, sobre todo, la oportunidad de grabar su primer trabajo con él: “No había home studio, íbamos a grabar como podíamos. Con Madzde era relativamente barato, creo recordar que costaba 600€ grabar 8 canciones. Lo mejor de todo es que allí sonaba guay [sic], pero viéndolo en perspectiva, a la hora de hacer el master en CD tenía una salida de auriculares a una tarjeta Soundblaster del ordenador con un cable Vivanco chungo”.

Además del Enjoy rock and roll de Thrash Out, muchos otros grupos de la escena pasaron por Son Serra de Marina como No Children, Take it Easy o Shaking All Over. Esa concentración de bandas del mismo género en Sonic Temple le dio tanta publicidad al estudio que otros músicos como Chema Crespí aspiraban a grabar allí: “Todo el mundo quería grabar con Madzde, habían grabado el Never Ending, Katherine, Enjoy Rock and roll,… era a lo máximo que aspirabas, aunque ahora lo escuchas y te asustas”.

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