Casino Royale combinó hasta el año 2007 en su programación la oferta punk rock con otras propuestas que semana tras semana llenaban la sala, entonces ubicada en la Plaza Gomila. Con el viento a su favor y animados a crecer, Isern y su socio intentaron trasladar Casino Royale a las afueras de Palma, aunque la apuesta no consiguió despegar: “Cuando llevábamos muchos años con la sala muy llena, mi socio y yo decidimos montarlo en el Polígono Son Castelló, y fue un varapalo económico. Apenas hicimos un mes y medio de programación, y dilapidamos todo el trabajo de años”. Javier Isern vivió entonces en sus propias carnes los límites del público mallorquín y el bajón que experimentó la escena musical en general, y más en particular la que centra este reportaje. Al no llenar el nuevo Casino Royale, decidieron cerrar la nueva sala y Javier se trasladó de nuevo a la Plaza Gomila, esta vez bajo la marca Cassette.
Sin embargo, Casino Royale no fue el único indicador que daba a entender que la actividad de la escena estaba cayendo en picado. De la misma manera que la sala intentó crecer para evitar el estancamiento, como hacen tantas otras empresas, los grupos también sentían la necesidad de expandirse y salir del circuito local. Las limitaciones estaban en primer lugar en la propia morfología de la isla, que impedía a los grupos lanzarse a la carretera con una furgoneta por los altos costes que supone salir en barco o en avión. Por suerte la juventud de los músicos les daba fuerzas para seguir luchando por su sueño, pero el impedimento no era solo el Mediterráneo, la península estaba llena de promotores de conciertos que dejaban mucho que desear, como los que pudo conocer Toni Melis compartiendo escenario con Belvedere, uno de los referentes canadienses del hardcore melódico: “Me pareció increible tener que tocar con Belvedere en el suelo, ni siquiera había una tarima. Me tuve que llevar el cabezal del amplificador desde aquí en el avión, y como no tenía flightcase lo llevaba en la mano. Al llegar después del paseo del cabezal, esperábamos que nos enseñasen donde íbamos a dormir y que nos ofrecieron el suelo del local donde tocábamos. También imaginamos que nos darían unos tickets de consumiciones o una cena en condiciones, pero habían preparado un cuenco con ensalada de pasta que tuve que compartir con el batería de Belvedere”. De los grupos con los que he hablado One Foot reúne la mayor lista de anécdotas y malas experiencias, pero la más surrealista fue la vivida el día que telonearon a Anti-flag en la sala KGB de Barcelona: “El micrófono electrocutaba cuando me acercaba a cantar, y el técnico decía que no podía hacer nada para evitarlo. Para disminuir el chispazo que me llevaba cada vez que cantaba tuve que quitarle un calcetín a Beni (el batería) y ponerlo en el micro, pero aun así acabé el concierto con el labio sangrando”.
Julio, de Shaking all Over, siente que apenas recibieron apoyo por parte de las instituciones locales, hasta el punto de que siendo de Alcudia se iban a ensayar a un local a Pollença porque se les valoraba más allí que en su propio pueblo. Ellos son otro ejemplo de lucha por tocar en cualquier sitio que les dejasen, y aunque ni desde su ayuntamiento les ayudasen llegaron a organizar una gira por Alemania y Suiza en el año 2004. En otra ocasión se presentaron en un concierto de reunión de Choking Victim en 2005 con una guitarra, un bajo y unas baquetas, y consiguieron el consentimiento de la banda para tocar después de ellos. Pero la vuelta a la realidad mallorquina no fue tan gratificante como las experiencias europeas, habían firmado un disco (A Christmas Carol) con libertad creativa, con la condición de grabar el siguiente bajo las directrices de la discográfica: “No leímos que el otro CD tenía que ser como ellos querían, nos dijeron: ahora tenéis que tocar en castellano y que la música la pueda escuchar más gente”. Acabaron tocando en concursos con otro nombre por la vergüenza que sentían con los samplers y todos los cambios que habían sufrido sus composiciones. Aunque no cree que nadie hubiese podido vivir de la música que hacían, Julio también echa en falta un sello potente que apostase por las bandas de punk rock mallorquines, Síndrome Discos en ocasiones no era suficiente. De hecho la mayoría de bandas que consiguieron respaldo de un sello tuvieron que buscarlo lejos, como Main Line 10 que recibió apoyo de Bells on Records desde Japón.
La desesperación llegó a más grupos además de Shaking All Over de la mano de pseudoproductores y empresarios musicales que prometieron el oro y el moro a los grupos mallorquines con frases como “Te voy a hacer el nuevo Bon Jovi” o “Vas a ser el Brian Adams mallorquí”, generando falsas esperanzas en primer lugar, y finalmente desilusionando a muchos músicos que agotaron su paciencia por esperar un reconocimiento que nunca llegaba.
The Little Kiss dio los últimos coletazos esperando una oportunidad en Alemania que tampoco llegó: “Nos pedían que cantásemos en castellano, conocimos a gente muy importante, hasta un productor de los Rolling Stones. Como frikis nos metíamos en internet a ver si era real lo que decía toda la gente que estábamos conociendo, y como no parecía un timo estuvimos aguantando hasta 2008, cuando la crisis económica bloqueó las inversiones y nos dejó sin esperanzas. Lo pasamos muy mal, hasta el punto de que Jordi, quien fundó el grupo, acabó dejándolo porque impusimos un ritmo de ensayos a diario que no podía seguir”
Reflexionando con perspectiva y analizando los testimonios de los distintos actores del movimiento con el paso de los años, podemos llegar a la concusión de que era prácticamente imposible que los grupos de la escena punk rock pudieran vivir de la música. Los que estuvieron más cerca fueron No Children, que llegaron a hacer varias giras, incluída una por Estados Unidos, pero aun así acabaron quemados tras los numerosos intentos por asomar la cabeza, incluído un disco inédito en castellano y otro disco de metal que no recibió las mejores críticas por parte del público.
Remato este momento de nostalgia con la canción que Jaume Salat (guitarrista de No Children hasta 2005) dedicó recientemente a los que fueron sus compañeros de grupo, donde refleja la dificultad de remar contracorriente en busca del sueño que perseguían en el mundo de la música.